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El cuarto desordenado

Crítica: Alien, el octavo pasajero (1979)

Actualizado: 27 abr 2021

La nave de carga Nostromo recibe una transmisión desconocida de una luna cercana. Tras su viaje de reconocimiento traerán; por no seguir las normas de bioseguridad, una hostil forma de vida consigo. Un clásico del terror y la ciencia ficción que se sostiene sin problemas 40 años después de su estreno.


Un futuro antiguo: contrario a lo que uno puede imaginar por la marea de espectáculo que se puede encontrar en las películas subsecuentes de la franquicia, el filme que estrenara Ridley Scott a finales de los setenta es un trabajo inquietantemente calmado, que hace uso de su producción de sonido industrial, de su escenografía ciberpunk y del lento ritmo de su primera mitad para crear una ambiente asfixiante. La combinación de estos elementos nos remontan, por un lado, a ese futuro visualizado del siglo pasado, con sus computadoras gigante de pantallas pequeñas y su barras de código, y por el otro, a esas películas que aprovechaban (Muchas veces por falta de presupuesto) al máximo los pocos momentos que se veía al monstruo, tomándose su tiempo y armando la tensión con escenas reacciones de las víctimas, sabiendo que el mejor terror es el que no se ve.


Corporativismo, moralidad e instinto: la estructura de Alien es marcada por las obligaciones morales de la tripulación del Nostromo impuestas por la omnipotente corporación: seguir el protocolo o dejar morir a un hombre, cumplir la misión de llevar el letal espécimen de vuelta a casa a todo costo, seguir la cadena de mando. Hasta el mismo catalizador de la historia (La misteriosa transmisión) es discutida por la tripulación bajo los parámetros marcados por la empresa: que si no bajamos no nos pagan, que si es nuestra obligación bajo los estatutos de la corporación. El xenomorfo es todo lo contrario, una criatura sin moral, puro instinto que no busca más que adaptarse y reproducirse. El choque entre ambas fuerzas, la moral de la empresa y la amoralidad de la bestia, da un trasfondo temático a las impactantes escenas de suspenso del filme.


Encuentros cercanos: guiado con el inconfundible estilo de H. R. Giger en el diseño de producción, Alien logra una incómoda y magnífica mezcla entre naturaleza y maquinaria. Las proporciones áureas encontradas en flores o animales son utilizadas en el acero de la nave. Pero esta trasgresión de lo natural se refleja mejor en la brutal sexualidad del diseño de la criatura.

Las formas fálicas y vaginales que plagan el diseño de xenomorfo son complementadas con su forma de cazar y reproducirse, que deja en el aire un terror similar al de una violación. Empero, este terror sexual caen tanto en personajes masculinos como femeninos, pues Alien tiene una sutil pero efectiva voz progresista en cuestión de género, especialmente para su época, mejor representado por la construcción del personaje de Ripley.


¿Y tú qué piensas? ¿Has visto Alien? ¿Te impactó como un Abrazacaras saltando de su huevo o te quedas con Depredador? ¡Déjanos tu comentario!

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