Ángela (Sofía Paz Jara) queda huérfana después que su padre sufre un accidente en motocicleta, tras lo cual conoce a sus tres hermanas de otras madres, que tienen la tarea de llevarla a vivir con su tía. El viaje a través de los verdes paisajes de Colombia acarrea más de un contratiempo y algunos descubrimientos sobre la feminidad, en este íntimo film dirigido por Rubén Mendoza.
El viaje onírico: Visualmente el filme de Mendoza es una joya. Los largos y precisos planos secuencia pasan de la tensión en el auto a la calma de la naturaleza, a la agitación de la noche, al vaivén de las olas con fluidez impecable. La cámara es precisa al otorgar información o asentar el tono de la escena, aprovechando la naturalidad de las actuaciones y realizando una sensación onírica en las tomas de los sueños de Ángela. Esta dirección se pasa al audio también, con una banda sonora que pasa sin problemas entre la naturaleza o el ruido de los pueblos, a construcciones más complejas y simbólicas, pero no con la misma claridad, pues la genial banda sonora termina ofuscando el dialogo y se corre el riesgo de perder información vital o de plano cortar la inmersión.
Las huellas de las mujeres: El viaje de Niña errante está marcado por la búsqueda de la feminidad. La madre de Ángela muere en el parto y se ha criado por su padre. Al conocer a sus hermanas mayores, se le presenta múltiples caminos posibles para convertirse en mujer. La cámara rebota entre los ojos fijos de la niña a Carolina (Carolina Ramírez) renegando por su maternidad y su matrimonio quebrantado, o la abierta sexualidad de Paula (Lina Marcela Sánchez) o el espíritu libre de Gabriela (María Camila Mejía). La hermana menor observa sus acciones, sus cuerpos y sus contrastes con una curiosidad que se transmite a la cámara, siempre tímida pero atenta. La transición de niña a mujer está marcado en su estructura también, con la primera menstruación de Ángela como punto alto en la historia, echo que navega entre los peligros que acarrean ser mujer en una sociedad machista y la sororidad en que la envuelven sus hermanas. Sin embargo, la historia se queda a medias en su búsqueda. Apartando los problemas matrimoniales de Carolina no llegamos a conocer a las hermanas en más que algunas frases sueltas que se lanzan. Tras el primer acto, las interacciones se hacen menos frecuentes, hasta que la intensa escena de la noche las une. Tampoco es claro que acepta y que niega Ángela en las imágenes de feminidad que observa.
Un destino incierto: Y es este el mayor problema que tiene la película, el viaje ocasionado por la muerte del padre no cohesiona con la búsqueda femenina. El luto y la soledad guían la trama mientras que Ángela y su crecimiento personal se mantienen apartados. El final es un ejemplo: en una hermosa escena; bastante similar a la de Llámame por tu nombre (2017), Ángela llora escuchando lo que podemos asumir es la voz de su padre, una nota agría que no cuaja con la unión de las hermanas en la playa que vimos en la escena anterior, dejando así de lado el tema de la unión entre mujeres y la búsqueda de la feminidad tan abandonadas como Ángela con su tía.
¿Tú qué piensas? ¿Has visto Niña Errante? ¿Qué te pareció? ¿Soñaste que eras un árbol o te fuiste a comprar ropa interior? ¿Alguna película colombiana que nos recomiendes? ¡Déjanos tu comentarios!
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