A la película de Oriol Paulo la recubre una densa niebla gris, que lentamente se desenmaraña elevando la tensión, mientras conocemos la cara oculta de los personajes que rodean la historia de Adrián Garrido, magnate empresario acusado de asesinar a su amante.
Las apariencias y el punto de vista: El film de Oriol cambia constantemente de punto de vista, armando cuidadosamente una explicación verosímil para derrumbarlo con nuevos hechos. De la misma forma, El personaje galante y dolido que Adrían nos presenta al inicio (Efectivamente logrado con el casting de Mario Casas) cae de a poco, revelando a un narcisista que hará lo impensable para mantener las apariencias. En efecto, la temática de las apariencias y la verdad recubre la construcción de todos los personajes.
La argumentación en la justicia: La búsqueda constante de la cuartada perfecta entre Adrían y su defensora, Virginia, junto con la manipulación en el punto de vista de la audiencia, revelan el aspecto más preocupante de la justicia, que la argumentación efectiva es capaz de ocultar cualquier verdad. Por si fuera poco, la película muestra como la búsqueda de justicia se facilita o dificulta según tu cuenta de banco.
Plot Twist: Con todo su trabajo al armar la historia de asesinato, la resolución deja a uno insatisfecho. El secreto que Virginia mantiene hasta el final impide que se pueda desarrollar su personaje adecuadamente y con Adrían vuelto el villano, no hay protagonista en que anclar la historia. Además, la edición no tiene sutileza con las revelaciones, dando la información a cucharadas con un dejo de condescendencia hacia el público.
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