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El cuarto desordenado

Crítica: Super (2010)

Actualizado: 27 abr 2021

Frank es un devoto religioso que le sobran dedos de la mano para contar las únicas cosas buenas de su vida, pero cuando recibe el llamado divino se pondrá una máscara y unas mallas ajustadas para combatir y salvar a su novia en está descabellada parodia a las películas de Superhéroes.

Cállate crimen: Hay que poner en claro que está no es una película para todo público. No solo significa que tiene escenas de violencia y sexo explícito, sino que se regodea en ellos y los utiliza como trampolín para la mayoría de su humor. Un humor negro, grosero, gráfico, pero también sutilmente inteligente. En cada pincelada absurda y sacada de tono, James Gunn logra incluir parodias a al género de superhéroes para que el espectador conocedor lo disfrute.


Un gran éxito, conllevan grandes parodias: Super está directamente inspirada en el comic Kick-ass, por lo que las comparaciones son inevitables con la película de Matthew Vaughn; que se estrenó en el mismo año. Además, tras una década de saturación y películas como Logan (2017) o Deadpool (2016) el filme de Gunn se enfrenta a una audiencia con una sensibilidad distinta. Sin embargo, logra resaltar con un estilo marcado por su producción independiente, optando por un brillo saturado y cámara en mano en lugar de efectos especiales, y colocando el peso en las actuaciones de Rainn Wilson, Elliot Page o Kevin Bacon.


La moralidad y el punto de vista problemático: Frank tiene su misión clara, acabar con el crimen un golpe de llave inglesa en la nuca a la vez. Y aquí no hay medias tintas. La ira justiciera le llega a pederastas y personas que se cuelan en la fila por igual. Esto incurre en terrenos problemáticos, ya que la película pasa su primer acto estableciendo que Frank, con sus recurrentes alucinaciones religiosas, es un narrador poco confiable y no deberíamos tomar su punto de vista como correcto. Pero tras media película su punto de vista pasa a ser la verdad objetiva de la película, dándoles la superioridad moral a Frank y su cruzada homicida. El final difumina más la moralidad del filme, pues por un lado las imágenes parecen dejar ambiguo si Frank esta alucinando otra vez, empero la emoción de la canción, la empatía que la dirección de Gunn y la actuación de Rainn Wilson generan en el protagonista nos llevan a ponernos de su lado. Se corre el riesgo así de terminar con la moraleja de “Sí, hay que cometer actos sumamente violentos si con eso hay una pequeña posibilidad de mejorar algo”. Esto no disminuye la calidad de la película y se puede argumentar que el arte no necesita dejar mensajes, pero no se puede pasar por alto el efecto que la óptica del filme puede provocar.


¿Tú qué piensas? ¿Has visto Super? ¿Qué te pareció? ¿Te dieron ganas de hacer callar al crimen o prefieres quedarte en casa y acariciar a un conejito? Déjanos tu comentario.

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